Ayer en el mitin de Getafe, con Sara Hernández, Juan Lobato y Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno dio un dato muy esclarecedor, y también algo inquietante: recordó que un trasplante de corazón en España cuesta en torno a 90.000 euros. Es una cantidad importante, desde luego, que supera el sueldo anual bruto del propio Presidente, pero lo más llamativo fue que ese mismo trasplante en los Estados Unidos, (modelo de país con sanidad privada y no pública) esa misma operación cuesta entre un millón y millón y medio de dólares.
En España, una familia que pase por ese trance tan duro sabe que puede contar con la sanidad pública y no tendrá que hipotecarse para salvar a su familiar enfermo. Eso también lo recordó Pedro Sánchez: que gracias a la sanidad pública ese episodio, sin duda difícil, no tendrá consecuencias graves sobre el nivel de vida de esa persona o su familia. No los arruinará.
A quienes mantienen su adoración por lo privado y su inquina contra todo lo público ¿acaso no les parece rentable que una persona se mantenga viva y que su familia pueda seguir haciendo vida normal, incluso como consumidores? Si no les conmueve la justicia y la solidaridad, que al menos echen cuentas.
Pedro Barrero
Concejal del Ayuntamiento de Madrid