Por José Sánchez

El día 4 de enero fue proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas, como el Día Mundial del Braille, con el objetivo de crear mayor conciencia sobre la importancia del braille como medio de comunicación para la plena realización de los derechos humanos de las personas ciegas y con deficiencia visual.

El sistema braille fue ideado por el francés Luis Braille en 1825, que se quedó ciego debido a un accidente durante su niñez mientras jugaba en el taller de su padre.

Braille estudió en la Escuela de Ciegos y Sordos de Paris. El director le solicitó que probara una técnica de lectura y de escritura táctil, que había inventado por el militar Charles Barbier con el que quería comunicar órdenes a los puestos de avanzada sin descubrir su posición.

Tras años de estudio, Braille comprobó que el método era válido. A partir de ahí, creó uno propio modificando el de Barbier y haciéndolo más práctico y funcional para personas invidentes.

Pero el braille no se trata tan solo de un alfabeto. Mediante la escritura braille, se accede a cualquier tipo de ciencia (matemáticas, física, etc.), así como a la signo grafía musical braille o “musicografia” que sirve para escribir y leer notación musical.

En la actualidad, el sistema de escritura braille está inmerso en un espectacular proceso de transformación extendiéndose a campos como la informática y, en general, a las nuevas tecnologías. A día de hoy existen periféricos que transforman la información contenida en las pantallas de los ordenadores y anotaciones digitales en caracteres braille y en voz sintética.

Estos importantes avances tecnológicos comportan un extraordinario salto cualitativo para las personas ciegas, puesto que el poder utilizar utilizar los medios informáticos con rapidez y precisión, se les abren múltiples posibilidades en los campos de la educación, el trabajo o el entretenimiento.

Gracias a Braille y a las nuevas tecnologías las distancias en el ámbito educativo entre los niños con problemas visuales graves y los que no los tienen son cada vez más cortas, favoreciendo enormemente la inclusión escolar y la igualdad de oportunidades.

 

 

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