La tierra dista aún de ser “un paraíso, patria de la humanidad” como dice La Internacional que sonaba ayer de fondo donde debía: en la capilla ardiente de Nicolás Redondo Urbieta, pero gracias a él tenemos más libertad, más derechos y España es un país mucho mejor que aquel que le encarceló tantas veces y le desterró de su tierra vasca.

Nicolás Redondo fue un socialista de corazón y de convicción, capaz de conjugar la exigencia irrenunciable de los derechos de los trabajadores con la visión de una España más próspera y más justa. A sus esfuerzos y los del sindicato que dirigió debemos los principales derechos laborales recogidos en el Estatuto de los Trabajadores que por supuesto que no cayó del cielo, sino que fue fruto del esfuerzo activo suyo y de otros sindicalistas como él.

Su discreción y generosidad personal y el convencimiento de cuál debía ser su papel en la España que los socialistas queríamos lograr, y que logramos, le movió a hacerse a un lado en un momento clave en la historia del PSOE, facilitando la llegada de Felipe González a la dirección de nuestro partido.

Leal a sus principios, que le llevaron a enfrentarse con el Gobierno cuando lo creyó justo y rudo en lo personal, fue también impulsor de la modernización e internacionalización del sindicalismo, participando en la Confederación Europea de Sindicatos, promoviendo la entrada de mujeres a un sindicato muy masculinizado entonces y abriendo la lucha sindical a profesiones y sectores nuevos. Cambios menos visibles pero que él supo impulsar.

Quienes por miedo a los derechos de las clases medias y trabajadoras van diciendo que los sindicatos están pasados de moda y que sólo ralentizan el crecimiento y la prosperidad, harían bien en comprobar el resultado de los acuerdos de la última reforma laboral, impulsada precisamente por el acuerdo entre sindicatos, patronal y el Gobierno de Pedro Sánchez, que nos ha dejado máximos históricos de personas empleadas, dos millones de contratos indefinidos y la cifra de parados más baja desde 2007, en un país, por cierto, con la inflación más baja de Europa y con las previsiones de mayor crecimiento de la Unión.

La justicia y los derechos nunca pasan de moda, y nunca se acaba el trabajo por lograrlos. Nicolás nos los demostró a muchos socialistas y nunca lo olvidaremos. Gracias Nico y ¡viva la internacional!

 

Pedro Barrero

 

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